Capussoto / Saborido: ¿Los Midachi del
progresismo?
Algunas líneas de análisis sobre “El pelotero
de troskistas de Sor Teresa de la Uta”.
LINK:
http://www.tvpublica.com.ar/articulo/sor-teresa-de-la-uta/
El presente artículo propone desplegar algunas
reflexiones sobre el Sketch de “Sor teresa de la UTA”, apuntando en particular al
chiste sobre el corte de calle y “el pelotero de troskistas” incluido en la
escena de “Peter Capussoto y sus vídeos” del lunes 10 de agosto pasado, a la
luz del conflicto reciente entre la empresa Monsa y los trabajadores de la
línea 60. El objetivo: pensar la función de la parodia y el humor como elemento
de disrupción en el actual panorama hegemónico de sentido común progresista.
Antes de iniciar el análisis, es indispensable
una mínima contextualización. El sketch a analizar sobre los colectiveros salió
al aire, desafortunadamente (¿desafortunadamente?), dos semanas después de la
terrible represión propinada por la Gendarmería Nacional a los trabajadores de
la línea 60, quienes estaban reclamando en Panamericana la reincorporación de 53
compañeros despedidos, con el único apoyo político de partidos y agrupaciones
de izquierda (el “pelotero de troskistas” que el sketch menciona) y la
oposición de su sindicato. Recordemos que estos despidos fueron efectuados por
la empresa en respuesta a una medida de fuerza llevada a cabo por los
trabajadores, en la cual denunciaban sobreprecios de subsidios otorgados, con
la complicidad de la UTA, por el estado a la empresa. Ver esta humorada en este
contexto en la TV pública amerita, al menos, unas líneas de reflexión.
¿Habrán conocido los autores el trasfondo de
este conflicto? ¿Fue grabado antes o después de la mencionada represión? ¿Es
una mera coincidencia o es la explicitación de un posicionamiento político ante
un conflicto determinado?
En este artículo, ciertas preguntas no interesan
demasiado. No interesa achacar culpas ni pretender hacer denuncias simplonas
que pretendan relacionar mecánicamente un chiste masomenos desafortunado o
logrado, la postura política de su autor y el desarrollo de una lucha
particular. Una obra no es una prueba incriminatoria. Una obra es, en última
instancia, síntoma de procesos históricos, políticos, culturales mucho más
profundos (de los cuales sus autores no son ajenos). El análisis, entonces,
pasará por otro lado.
El sketch de Sor Teresa se propone parodiar,
por un lado, la imagen de la burocracia sindical como paladín del movimiento
obrero y, por el otro, el rol de la izquierda en el desarrollo de sus acciones políticas.
Partiendo de un esquema repetido de juego de palabras (La Uta / Calcuta), el
sketch desplega un interesante desarrollo cómico (a nivel corporal) que
enfatiza la contraposición entre la mesura religiosa esperada en el cuerpo de una
monja y la desmesura del dirigente peronista, apelando a la fusión de
estereotipos sociales (aparentemente) contrapuestos, tan frecuente en el humor
de Capussoto / Saborido. La izquierda troskista es representada en la figura de
un tonto distraído de barba que corre detrás de una pelota lanzada por la Sor, cortando
la calle más próxima sin sufrir ninguna represalia.
Luego, trabajadores de la UTA tiran piedras a
gastronómicos y preparan un enfrentamiento con la UOCRA. Aquí, la referencia al
accionar de patotas es sutil, imperceptible. No aparece en escena ninguna
alusión a algún tipo de entramado mafioso de mercenarios a sueldo, sindicatos,
patronales y funcionarios del estado. Esta ausencia iguala a todo posible
activismo sindical de base con las patotas representadas. En este panorama, la
burocracia de la UTA pareciera salir de la humorada bastante bien parada, con
una dignidad nostalgiosa que apela a cierto romanticismo peronista. Los dardos
más punzantes son lanzados a la izquierda, apelando al estereotipo más elemental
del “psicobolche”. No hay rostro humano ni nostalgia posible en ese personaje.
El “reirse con él” solo es posible con la Sor Teresa de la UTA. Tampoco hay
rastro alguno de represión en la escena. No hay causas ni consecuencias en los
actos representados. Un humor ácido, irónico, negro y sarcástico como el del
mejor Capussoto se atrevería a reirse de la violencia irracional, de las
tranzas y de las redes de corrupción subyacentes de un modo visceral. Se reiría
(en los marcos de la hipótesis planteada) de ese troskista al “que le gusta que
le peguen”, forzando hasta el límite su propia postura. Pero aquí nada de eso
ocurre. Los estereotipos danzan y se mueven sin demasiado conflicto, se
reafirman sin demasiados cuestionamientos.
El humor es un arma potencial de ruptura con el
sentido común. La tragedia, entre las ruinas de la destrucción, saca a la luz
valores éticos profundos. La comedia, la risa, en cambio, en la apertura de
pequeñas grietas dentro de lo establecido, muestra la fragilidad del sentido común, instala un vacío estructural en la construcción de significado.
En este caso, el sentido común al que
parecieran pretender derribar Capussoto y Saborido en su parodia es al de la
referencia de la izquierda con respecto al movimiento obrero y al de las luchas
por conquistas parciales de los trabajadores (“paritaria libre, aguinaldo y
retroactivo”) como desarrollo de procesos histórico – políticos concretos. La
fisura instalada para que el chiste funcione es la de esa izquierda tonta
manejada por la UTA (mencionando directamente al troskismo) y el corte de calle
irracional, tonto, inconsciente, corriendo detrás de alguna pelota oportunista
lanzada por “la derecha”. No hay rastros de represión ni de conflictividad
social: esa ausencia, ese ocultamiento (de acontecimientos reales y concretos ocurridos
recientemente), deja entreabierta una burla a las denuncias permanentes de
casos de represión del aparato estatal realizados por esa izquierda
estereotipada (“¿no ves que cruza la calle y no le pasa nada?”, parece querer
decirnos el chiste). Si se tratara, en cambio, de un mero “desconocimiento” de esas
denuncias por parte de los autores, la ecuación no cambiaría demasiado.
Sin dudas, es extraño (y, ¿por qué no?,
doloroso) poner a Capussoto y Saborido bajo la lupa en esta circunstancia: una dupla
muy respetada por aquellos que revindicamos ese humor político como arma de
ruptura, de desnaturalización, políticamente incorrecto, irreverente y
rupturista que supieron (y quizás aún sepan) desarrollar. Hace bastante tiempo
que el humor de Capussoto y Saborido parece no salir del corset del chiste
establecido por la industria del entretenimiento a la que en otros momentos
históricos supieron apedrear con firmeza. La industria del entretenimiento
cambió, los programas más reaccionarios del prime-time hacen uso de
procedimientos del humor absurdo y surrealista. Quizás por eso hoy Capussoto
sea ubicado (por propios y extraños) en un pedestal de capo-cómico nacional,
lugar ganado, sin dudas, con justicia. Posiblemente, el costo de ese lugar ganado
sea la neutralización de su propuesta.
Es aquí entonces en donde aparece la pregunta
provocadora presentada al comienzo del artículo. ¿Es acaso la dupla Capussoto /
Saborido hoy la referencia del humor del progresismo oficial como lo fue ayer
el humor Midachi para el discurso neoliberal conservador? ¿Qué esta diciendo,
entre líneas, ese humor sobre ese discurso oficial actual?
Así como la Tota de Miguel Del Sel parodiaba a
esa cuarentona menemista para afirmar los modelos de belleza joven y femenina
(también menemista) o el gay de Dady enaltecía, por oposición, al macho alfa del
patriarcado más reaccionario, “Sor Teresa de la Uta”, después del chiste, nos
abre un mundo más ordenado dónde la lucha por “paritarias, aguinaldo y
retroactivo” es una exageración, un exceso (una revelación divina inesperada),
y la disputa política del movimiento obrero en las calles no tiene nada que ver
con la izquierda. Nos abre un mundo en el cual no hay rastros de represión ni de
vínculos entre patrones, sindicatos y funcionarios del estado. Nos abre un
mundo sin procesos históricos ni políticos, un mundo “sin ideologías”.
Aún sosteniendo la misma tesis política, propia
de sectores del progresismo K-Sciolista venidero (“el troskismo es funcional a
la burocracia sindical”), el sketch podría haber abierto (desde otro tipo de
radicalidad en la forma) el camino a la apertura de nuevas preguntas al
espectador, una serie de fisuras en el sentido común que permitan, aún
comunicando una tesis precisa (con la cual podemos no concordar), abrir
interrogantes sobre las condiciones mismas de producción de discurso político.
Una estrategia de esas características permitiría superar ese tono maniqueo y
ese tinte de propaganda macartista con el que (quizás involuntariamente) el
sketch coquetea.
El chiste parece querer volver, en esta
propuesta, a un sentido común mucho más limpio y ordenado que el de su punto de
partida. Una mínima referencia a la represión (un policía a lo Búster Keaton
pegando palazos) abriría un nuevo mundo. Pero nada de eso aparece, ni una
mínima referencia.
Pero el chiste no fue gratuito. La industria
del entretenimiento (a la cual Capussoto suele criticar con ironía) sigue
funcionando, reciclando cínicamente sus elementos subversivos. Otra vez nos
reímos y divertimos dentro del intervalo establecido entre la música y los
cortes publicitarios, con la conciencia tranquila de estar participando del rito
televisivo del sarcasmo y la crítica social semanal. Quizás sea ese el único rasgo
distintivo de este humor progresista con respecto al de Del Sel y compañía.
Peter Capussoto y sus videos sigue siendo,
desde hace muchos años, el único programa de sketchs originales de humor
político de la TV abierta nacional, género censurado por las lógicas
depredadoras de la industria televisiva contemporánea. Las tesis políticas que
desplega cada semana se proponen marcar la cancha ante esos “otros” emanados de
un discurso progresista empecinado en mostrar sus hilachas. En ciertas
circunstancias (como la aquí analizada) ciertos chistes son actos fallidos que hablan
más sobre el propio discurso que sobre aquel que pretende burlar.
Estas frases fueron las que más me quedaron:
ResponderEliminar"Una obra no es una prueba incriminatoria. Una obra es, en última instancia, síntoma de procesos históricos, políticos, culturales mucho más profundos (de los cuales sus autores no son ajenos)".
"El humor es un arma potencial de ruptura con el sentido común".
Gracias por hacernos pensar!