martes, 30 de agosto de 2016

Cordera despues del diario del lunes

“Viven cantando consignas que antes valían... Ya no, ya no valen más ¿Qué no? Valen, valen, valen mucho más ...”

Partamos de que sí, de que Cordera se fue a la mierda… Partamos de que sí, de que las discusiones en torno al machismo han cambiado con respecto a los 90s (generación en la cual podamos ubicar al Cordera más de avanzada). Supongamos que se “avanzó” (aunque siempre sea necesario sospechar de esa palabra). Pero un par de semanas después del diario del lunes, quizás sea necesario hacer el ejercicio de tomar sus palabras como un ejercicio de psicodrama o una puesta en escena (aunque haya sido una simple lavada de cara o una coartada judicial del pelado en cuestión) sin exonerarlo de culpas, sin sacarle la cabeza de la horca ni las patas de la hoguera.

“Se metió con un tema muy sensible”. Es cierto, pero ¿acaso el problema no será que hoy nadie se mete con ningún tema sensible, estrujándolo, exprimiéndolo y sacándole la mierda escondida? Permitan la nostalgia, pero extraño aquellos dichosos tiempos de cinismo en nuestro rock vernáculo, de discursos negrísimos (sin colores esperanza) que sacaban a la luz lo más miserable de nuestro sentido común. (Recomiendo leer lo que Zizek dice sobre Rammstein). Es que la buena conciencia, la corrección política dominante esquiva los temas sensibles, no los habla o (peor aún) repite fórmulas y frases gastadas para neutralizarlos. Así se vino garantizando buenos contratos y membresías en festivales oficiales los últimos años.
No estoy justificando a Cordera porque no se trata de un juicio, no se trata del juicio que los programas y noticieros de televisión (en tono dramático o jocoso) llevaron adelante en la previa del culo y la trata televisada. El tipo puede ser un pelotudo, un machista, un pedófilo y todo lo que quieran. Tambien puede ser que lo hayan cagado, que hayan roto un pacto realizado en el momento con los entrevistadores. La verdad, a los fines de estas líneas, aquello no interesa demasiado.


Podemos primero indignarnos, después incinerarlo, cancelarle sus shows y, por último, reírnos con los memes que se le dedique a la cuestión. Después podemos seguir escuchando a los rockers de hoy hablar de lo contentos que están con su próximo show, con el aguante de la gente, con el nuevo disco que están grabando (siempre en la plenitud compositiva). Hablar de que les gusta “vivir el día a día”, de que se hicieron de abajo, del barrio y la vieja, y hasta escucharlos repetir alguna buena causa en favor de las minorías del diario de ayer. Los podemos ver haciendo video clips con Juan Carr, mostrándote las bondades de la familia burguesa (con el gesto canchero del “estoy de vuelta”). Después podemos reírnos con Capusotto y repetir en el sillón de casa todos los cliches que Capusotto parodia (porque total, así somos, “es cultural”, que va` ser).

El pelado dijo una barbaridad, es un nabo, un desubicado… puede ser. Lo prefiero diciendo las mismas barbaridades con melodía y tambores. Y lo prefiero toda la vida a él cantándole al incesto en el monte, antes que escuchar magnetismos químicos indies, revoluciones con canciones de amor, praderas y relámpagos existenciales, nostalgias berretas de amistades y amores perdidos, himnos de igualdades maquilladas.
Nuevos tiempos exigen nuevas canciones.