"No analicen tanto, yo hago pop para divertirse” Micky Vainilla
Sin dudas resultó inesperada la repercusión del
artículo publicado por La Izquierda Diario “Capusoto / Saborido: ¿Los Midachi
del progresismo?” el martes pasado. Sobre todo, llamó la atención la catarata de insultos
desatadas en comentarios de los distintos portales por los que circuló. El
hecho de que la nota haya sido levantada por el portal oficialista de Diego
Gvirtz (Diario Registrado) y la página oficial de 678 fue el detonante para la
siguiente viralización. El artículo disparó debates de distintos tonos: algunos
se posicionaron en defensa de los argumentos planteados, otros en contra. Es
interesante observar cómo las características de la repercusión y los
comentarios vertidos en las redes sociales (sobre todo los negativos) confirmaron
en gran medida las tesis centrales presentadas en ese primer artículo.
“El Fit molesto con
una parodia de Capusoto y Saborido”
Así titula, recorta y tergiversa Diario Registrado
el artículo (1). Todo en ese título es falso, tendencioso y mala leche. En
primer lugar, el artículo nunca expresa un enojo, una molestia o un repudio. En
segundo lugar, el artículo esta firmado por una persona, no es un comunicado
conjunto ni del Frente de Izquierda ni del PTS (partido que editorializa La Izquierda
Diario), con lo cual, hay una manifiesta intencionalidad política que tiene que
ver más con fines electoralistas que con el objetivo central expresado en el
primer párrafo de aquel artículo (“pensar la función del humor absurdo bajo las
lógicas del sentido común progresista”). Quizás en la policía del pensamiento
de las productoras privadas oficiales no exista el concepto de autor. La
Izquierda Diario brindó el espacio a mi artículo permitiendo que me exprese con
total libertad sobre el tema en cuestión.
Pero a no
sorprendernos… La intención es clara: Vaciar la discusión, reafirmar posturas
maniqueas y prácticas macartistas: si a esa ensalada le sumamos un ejército de
comentaristas acríticos, lectores veloces y opinólogos de títulos… la mesa está
servida.
Si comunicadores que tienen llegada a millones
de personas realizan este recorte tendencioso, ¿qué podemos esperar de
comentarios de facebook de miles de cibermilitantes fanatizados?
La gran mayoría de los comentarios que expresan
un desacuerdo con el artículo (por no decir casi todos) lo hacen a través de
insultos hacia un sujeto plural bien definido (“ustedes los troskos”, “los
zurdos”, “los gorilas”, etc.). Los que desarrollan alguna mínima línea
argumental, interpretaron el artículo como el título de Diario Registrado lo exigía:
(“El FIT repudia un sketch de Capusoto”). A partir de la plegaria de San Gvirtz,
rezaron: “No tienen sentido del humor”, “se ponen moralistas”, “son
reaccionarios”.
Otros leyeron el artículo desde algún tipo de
crítica moral, observando que el texto rechazaba al chiste por tocar a
determinado actor social (el troskista). Nada de eso existió en el artículo. No
hay una sola palabra de repudio a Capusoto o al sketch en el texto. No se dice ni
se sugiere que “hubiera sido mejor que no salga al aire” o que “con
determinadas cosas no se jode”. Inclusive, el artículo insiste (en varias
oportunidades) en pensar posibilidades para el mismo sketch desde la misma
tesis política (sugiere una escena que muestre que “a los troskos les gusta que
les peguen”, por ejemplo).
Por otro lado, no es lo central ni lo único que
plantea el artículo la burla hacia la izquierda. Lo más relevante (y el punto de partida del análisis) es el contexto de
la represión en el que el sketch salió al aire. Obviamente, ningún comentarista
digital de culo aplastado repudió (o al menos mencionó) ese acontecimiento
reciente (otra vez silenciado).
Sobre la falta de sentido del humor del
analista: El artículo sostiene que el chiste es logrado (explicando inclusive
los procedimientos puestos en juego para su efectividad).
Por otro lado, el artículo pone en duda
insistentemente que se trate de una posición explícita de Capusotto y Saborido
sobre los acontecimientos de la Panamericana, sosteniendo que ese dato no le
interesa demasiado. A lo que apunta el análisis es a comprender el mecanismo
del chiste como expresión de lógicas de producción de sentido social en un
contexto determinado.
Considerar que el
planteo de un mínimo análisis sobre la relación entre el chiste y el conflicto
social que lo rodea es innecesario (o es motivo de insulto) es una forma implícita
de naturalizar (y aceptar) la represión a la protesta social.
Progresismo y
Neoliberalismo: Narcisismo de la pequeña diferencia
Lo más curioso de todo este pequeño
acontecimiento fue observar que aquello que más indignó a los comentaristas
oficialistas fue la comparación de Capusotto / Saborido con Midachi: ¿no es
acaso un elogio para el progresismo que su referencia sea Capusotto mientras
que la del neoliberalismo conservador sea Midachi? ¿No era acaso la
delimitación política con el neoliberalismo la gran “batalla cultural” con la
que tanto insistían desde las usinas del pensamiento de PPT y Carta abierta?
¿Qué les duele tanto de esa afirmación? No lo sabemos, los insultos no permiten
leer entre líneas (Narcisismo de la pequeña diferencia, quizás).
Lamentablemente, el sketch no abrió una
discusión sobre el humor político contemporáneo. Ni siquiera dio lugar a un
debate franco sobre la táctica de desbordar a las cúpulas de la burocracia desde
las bases planteada por la izquierda para las huelgas, aunque no sea ese el
objetivo central del artículo. No es tiempo de debates, parece. Es tiempo de
pragmatismos.
Se confirma, otra vez, que el bronce del
capocómico inmoviliza.
“Desdramaticen, es
solo humor, no hay tanto que analizar”
Quien escribe estas líneas ha admirado y
estudiado a Capusoto desde las épocas en que para muchos de sus defensores
actuales era un pelotudo que estaba los lunes a la noche con Alberti en ATC.
Siempre lo analicé, siempre reí con él y lo tomé muy en serio, porque siempre
entendí esa dualidad como componente esencial de su propuesta (2). Capusotto no
es pop para divertirse: Capusotto nos quiere hacer reír para hacernos pensar lo
establecido, lo aceptado, y el modesto llamado de atención que propone el
artículo tiene que ver con la observación de que algo de eso probablemente ya
no esté funcionando. La crítica desarrollada quizás sea más la exigencia de un
viejo admirador que sabe que ese referente puede correrse de ciertos lugares
comunes tramposos.
También se propone el artículo interpelar a ese
progresismo que, aún con buenas intenciones (y con la boleta de Scioli en la
mano), advierte el advenimiento de la derecha: la idea es invitarlo a pensar
como ciertos giros ideológicos se dan también (y sobre todo) en el terreno del humor.
Busca interpelar a ese progresismo que esperamos que salga a las calles si
Scioli, Macri o Massa deciden quitar lo que ellos caracterizan como “los logros
de la década ganada”.
Pero sus defensores
parecen empecinados en representar de forma grotesca a esos mismos estereotipos
que el programa quiso parodiar. A Capusotto lo defienden los chateros que el
mismo satirizó, lo leen como a Micky Vainilla y lo sacralizan como a Jesús de
Laferrere.
Pareciera que sus defensores actuales nunca lo
entendieron. Los insultos en su defensa no presentan grandes diferencias con los
argumentos que pudieron haber recibido a su favor los Midachi en los 90s. (“Es
solo humor, no hay nada que analizar”). De sus interpretaciones podemos decir
mucho más que “aguante Capusoto troskos putos” o “es solo humor, desdramaticen”.
Nos preguntamos entonces: ¿Por qué lo leen a
Capusoto como “pop para divertirse”, como un Micky Vainilla en sentido literal?
¿Cómo llegó Capusotto a ser defendido por esos chateros imbéciles que el mismo
se propuso parodiar (3)?
Posiblemente, todo esto haya ocurrido porque quizás
el estereotipo del facho de Micky Vainilla sea otro estereotipo cómodo para ese
progresismo oficial que hoy solo parece poder balbucear insultos desde atrás de
una pantalla. Porque el consumo midachezco (que se ríe para que nada cambie) en
el progresismo es cínico: porque puedo reírme de los chateros siendo uno de
ellos, porque puedo ver a Micky Vainilla afirmando con orgullo que soy Micky
Vainilla. Porque ese tratamiento de ciertos tipos sociales (sea el trosko, el
rockero, la monja, el peronista o el flogger) se reafirman dibujando un círculo
vacío de retorno a un sentido común tranquilizador. Son chistes que nada cambian
en la percepción social de sus construcciones sociales de base. (Lógica
hegemónica de la industria del entretenimiento, ahora con el condimento del
cinismo progresista).
Si se enojan porque les tocaron a su vaca
sagrada… ¿A dónde esta la deconstrucción crítica de estereotipos a través del
humor defendida por los promotores oficiales del cambio cultural?
El mejor homenaje para Capusotto y Saborido (si
su intención sigue siendo la crítica a la industria del espectáculo para pensar
la realidad social) es la publicación de un artículo de análisis crítico sobre
sus obras. Difícilmente sus defensores estén haciendo justicia a las
intenciones de la dupla.
Las reacciones de sus
defensores no hacen más que confirmar violentamente las tesis desplegadas en el
primer artículo publicado.
Para ellos: Capusoto
es solo risa, “es pop para divertirse”.
1. Link a Diario Registrado:
http://www.diarioregistrado.com/politica/127219-el-fit-molesto-con-una-parodia-politica-de-capusotto-y-saborido.html
http://www.diarioregistrado.com/politica/127219-el-fit-molesto-con-una-parodia-politica-de-capusotto-y-saborido.html
Link al artículo original:
http://izquierdadiario.com/Capusotto-Saborido-los-Midachi-del-progresismo
http://izquierdadiario.com/Capusotto-Saborido-los-Midachi-del-progresismo